sábado, febrero 10, 2007

Discurso de Bodas

Hace algo mas de 50 años una niña con coletas que empezaba a ser mujer iba a buscar agua a la fuente con un cántaro a la cintura, otro chico de su edad la espiaba ensimismado subido a lomos de a caballo con enjalma y con retranca. Nació allí un idilio que contra toda corriente acabaría en boda casi diez años mas tarde. De esto hace hoy 50 años, era el 1 de julio de 1956.

Fuimos dos desde siempre, desde que llegamos juntos al altar a jurarnos ante Dios amor eterno, desde que buscábamos leña para el fogón de vez en cuando, desde que todas las mañanas ordeñábamos juntos la vaca, fuimos dos hasta que muy pronto uno a uno diez hijitos fueron llegando. Nacieron seis niñas y cuatro varones; Lucía a los diez mases de casados, en mayo del 57, y el segundo Luís Hernán en agosto del año siguiente, sin perder tiempo llegaron: Francisco, Humberto, León, Luz Miriam, Dora Patricia, Leonor y Ana Cecilia. Con diez niñitos para alimentar y mandar a la escuela, Arturo no paraba de trabajar y Ana de organizar y cuidar el hogar con la invalorable ayuda de la abuela. Fueron años difíciles no hay que negarlo, pues ellos no estaban preparados para una avalancha tal de trabajo y responsabilidades.

Es tan fácil sentirse deprimido y desesperado pero la valentía se mide con el espíritu con el cual nos enfrentamos a los problemas de la vida. Ella lavaba a diario pilas gigantescas de ropa que tenían un mágico poder de multiplicarse, limpieza prehistórica de fantasmagóricos pañales, remiendos de camisas y pantalones para mantener en alto la estima materna. Horas enteras dedicadas a sus hijos donde frecuentemente confundía horarios, remedios y niños, velas nocturnas muy rezadas y sueños diarios bostezados, en fin una mamá con 26 años que soñaba ser religiosa pero así como la apropiación se fue haciendo en la lucha diaria, el cariño se fue enraizando en el crisol de la mutua entrega. El con su cara puesta al sol se afanaba para producir alimentos para su familia y ahorrar unos pesos para comprarse un terreno. En las tardes de verano jugando a la pelota disfrutaban los muchachos soñaban con ser grandes futbolistas imitando a Pelé y a Maradona.

La vida es una pregunta y el vivir es la respuesta, nadie camina sin haber pisado en falso muchas veces, nadie siente el amor sin probar sus lágrimas, ni recoge rosas sin sentir sus espinas. Las dificultades una tras otra fueron superadas uniéndolos cada vez más en al amor mutuo y en el de esos niñitos que Dios les confiaba y por encima de todo mantener la fidelidad mutua durante 50 años adaptándose uno a amar al otro para así llegar al amor total de cuerpo y de alma al cual estaban destinados desde antes de casarse.

Hoy cuando se cumplen 50 años de casados Dios, la divina providencia y la madre naturaleza han querido que Ricardo Arturo y Ana Esperanza como protagonistas de aquella historia sigan vivos, unidos y llenos de alegría, pues a lo largo de todos estos años se han dado cuenta que la felicidad cuanto mas grande mas cuesta, nunca se imaginaron que había que luchar tanto para merecer lo que hoy día disfrutamos, ellos han escrito muchas páginas en el libro de la vida, unas tristes, otras alegres, unas limpias, otras claras, unas borrosas y otras oscuras pero aun quedan páginas en blanco.

Es una suerte que en esta reunión de aniversario que celebramos hoy también nos acompañen nuestros hijos, sus nietos, porque después de tenerlos hemos comprendido cuan duro es criarlos y cuan difícil educarlos a pesar de que hoy sean al igual que nosotros fuimos para ustedes, nuestra mayos satisfacción y nuestro mayor orgullo. Esperamos que el resto de nuestras vidas la vivamos felices satisfechos y en paz queriéndonos como hasta ahora si es posible un poquito más.

Hoy esta historia se ha convertido en familia, una gran familia en la que nos sentimos felices y de la que estamos orgullosos.

Papá, Mamá, los queremos mucho.

Francisco

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